Sobre los sistemas
Realmente me sorprende tener este blog. Es decir, no es muy difícil crear uno; mucha gente lo hace, después de todo. Pero me sorprende por lo increíblemente complejo que resulta el convertir una idea en un hecho. Posiblemente sea un problema mío. Quizá otras personas inician y finalizan proyectos con sencillez. Así que aquí hablaré únicamente de mí, lo cual quizá le resulte aburrido a quien lea estas palabras. Como escribí antes, este blog está fundamentalmente dirigido a mí por ahora, así que me permito esa libertad.
Me es difícil enfocarme en algo apelando a mi fuerza de voluntad. Voluntad es la palabra clave; definitivamente puedo concentrarme, a veces por largos periodos de tiempo y de manera muy involucrada, pero la dificultad está en controlar ese enfoque y dirigirlo a algo en particular. Lo cierto es que es muy común que tenga la intención de hacer algo pero luego termine haciendo otra cosa totalmente diferente. Y no manejo bien el fracaso, así que si esa otra cosa me presenta alguna dificultad, no descanso hasta conseguir un resultado satisfactorio. ¿Qué hay de la cosa en la que debía ocuparme originalmente? Pues queda en el olvido, al menos por ese día (y a menudo por más tiempo).
Como ejemplo, en estos días he estado escribiendo un cuento breve llamado Haruk. Terminarlo es una de mis metas de este mes (menciono algunas de mis metas en esta publicación). Estoy bastante seguro de que puedo concluirlo si tan solo le dedico dos o tres horas consecutivas. Sin embargo, mientras escribo me doy cuenta de que el tamaño de letra del programa que utilizo para escribir, llamado Emacs, cambia en ocasiones. Eso ocurre porque yo mismo programé una extensión para mejorar mi experiencia de escritura, pero no lo hice muy bien. Así pues, me ocupé en corregir el código. Eso me tomó media hora. Después pensé en que he escrito demasiadas extensiones para Emacs. Entonces, me dediqué a buscar las que ya no utilizo y las eliminé. Eso me llevó más de una hora, porque tuve que asegurarme de no degradar la funcionalidad. Documenté los cambios para futura referencia, lo que me tomó quince minutos más. Ya que estaba programando, cambié algunas cosas en mi computadora que me molestaban. Las notificaciones aparecían en la parte superior derecha. Yo las quería en la parte superior central. Pasé más de una hora intentando corregir eso (no es sencillo, necesito saber mucho de mi compositor de ventanas llamado Hyprland, y otras cosas de GNU/Linux). Pero no me detuve ahí… En fin, el día pasó rápido, como se puede entender.
El problema no es la programación. Un par de días antes pasé cerca de tres horas escuchando la discografía de La Oreja de Van Gogh. A veces es un libro el que me abstrae. Y a veces el intentar ordenar algo en casa.
Es algo con la forma en que funciona mi mente. Es inevitable.
Entonces, resulta realmente sorprendente que a veces consiga cosas, como crear este blog. ¿Y cómo lo hago? Bueno, principalmente por medio de sistemas que diseñé para evitar estos problemas. Justamente la extensión de Emacs que diseñé me permite escribir en un ambiente minimalista con pocas distracciones. En la siguiente imagen puede apreciarse eso:
También tengo un amplio sistema de notas para evitar olvidar las cosas (y fomentar la creatividad), una lista de tareas dinámica con categorías, una agenda, una serie de hábitos y un “log” en el que escribo todo lo que me ocurre para buscar puntos de mejora. Utilizando mi conocimiento de programación he automatizado mucho el proceso de mantenimiento de todo esto.
Estoy orgulloso de mis sistemas, y me han permitido hacer muchas cosas, desde estudiar para exámenes hasta escribir cuentos, pasando por crear este blog.
Pero los sistemas no son perfectos. La segunda ley de la termodinámica dicta que todo sistema aislado tiende al desorden. No importa qué tan perfecto sea un sistema: fallará eventualmente. A veces simplemente ignoro los recordatorios o no reviso la lista de tareas. O quizá no mantengo un sistema lo suficiente. En fin, cuando los sistemas fallan y caigo en actividades sin sentido como las que he mencionado, todo parece en vano. Me siento indefenso, y en cierto modo inútil.
Este es un blog cuyo tema central es el optimismo. Así que no puedo terminar esta publicación diciendo que los sistemas son inútiles y que no deberías tener metas, ni tareas, ni nada de eso. ¡De ninguna manera escribiría algo así! Esta publicación es un recordatorio de que los sistemas no solucionan todos los problemas. Creo que eso es importante de saber. Pero, ante todo, es una prueba de que, aunque no sean perfectos, ayudan enormemente. Brindan una estructura, una base desde la cual trabajar. Sin sistemas, este blog no existiría. Muchas cosas que he logrado no existirían. Es, en suma, una demostración de que las personas pueden mejorar, sin importar qué tan intrincado sea su problema. Esa, la idea de que se puede mejorar, es una de las ideas principales que intento transmitir con mis palabras.
Habiendo alabado los sistemas, debo admitir ahora que dependo mucho de ellos. Así que trabajaré en mejorar mi autocontrol, de manera tal que no los necesite tanto. Sé que lo lograré. Soy optimista al respecto.