La vida es una casualidad
¿Alguna vez te has detenido a pensar en la cantidad de coincidencias que debieron darse para que estemos aquí hoy? Yo pienso en eso a menudo, quizá porque me interesa mucho la historia del universo y la cuestión del origen de la vida. Por ejemplo, analiza lo siguiente:
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La constante cosmológica (Λ) es un parámetro que describe la densidad de energía del vacío en el universo. Si fuera muy grande, el universo se expandiría demasiado rápido y no permitiría la formación de galaxias y estrellas. Si fuera muy pequeña, el universo se colapsaría sobre sí mismo. Por casualidad, la constante cosmológica tiene un valor que permite la existencia de estructuras cósmicas.
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El universo tiene ahora aproximadamente 13.800 millones de años. Si fuera mucho más joven, no habría tenido tiempo de enfriarse lo suficiente para permitir la formación de estrellas y planetas. Si fuera mucho más viejo, las estrellas ya habrían agotado su combustible y no habría suficiente energía para sostener la vida. Así pues, existimos en el momento justo.
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Los elementos pesados, como el carbono, el nitrógeno y el oxígeno, son esenciales para la vida. Estos elementos se forman en el núcleo de las estrellas masivas a través de procesos nucleares. Si algunas estrellas no hubieran explotado como supernovas cerca de nuestra zona del espacio, estos elementos no habrían estado disponibles para la formación de los planetas del sistema solar y la aparición de la vida.
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La distancia de la Tierra al Sol es justa para que el planeta reciba la cantidad adecuada de energía solar. Si estuviera demasiado cerca, el planeta se calentaría demasiado y la vida no podría existir. Si estuviera demasiado lejos, el planeta se enfriaría demasiado y la vida tampoco sería posible. La zona del espacio alrededor de una estrella en la que puede formarse la vida se llama cómicamente «zona Ricitos de Oro», y buscar otros planetas Ricitos de Oro es uno de los campos más fascinantes de la astronomía.
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El eje de la Tierra está inclinado en un ángulo de aproximadamente 23,5 grados, lo que permite que el planeta tenga estaciones y un clima estable. Si el eje estuviera más inclinado, los extremos de temperatura serían demasiado grandes y la vida no podría existir.
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La composición química del núcleo terrestre, que contiene metales pesados ferromagnéticos, permitió la formación del campo magnético de la Tierra, que protege al planeta de la radiación cósmica y los vientos solares, lo que permite la existencia de una atmósfera estable y la vida.
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La presencia de un planeta gigante como Júpiter en el sistema solar es esencial para proteger a la Tierra de asteroides y cometas que podrían impactar en el planeta y extinguir la vida.
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La aparición de la vida por abiogénesis, que es la teoría más aceptada para su origen, requirió de la presencia de moléculas muy precisas y condiciones de temperatura adecuadas, algo que posiblemente solo pudo ocurrir en las fuentes hidrotermales de las profundidades del océano, ¡por puro azar!
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Hubo cinco grandes extinciones en la historia. La del Pérmico-Triásico, ocurrida hace 250 millones de años y apodada «la Gran Mortandad», casi acaba con la vida en la Tierra. El que suficientes especies sobrevivieran permitió que estemos aquí.
¡Y eso sin contar las coincidencias históricas y sociales que se dieron para que tú, en particular, existas!
Mi punto es el siguiente: la vida es una casualidad. Acaso la mayor y más importante casualidad en el universo.
Yo no soy religioso; no creo que haya habido una fuerza divina que haya creado todo lo que vemos y que haya intervenido para nuestra existencia. La ciencia no requiere de un creador para explicar la naturaleza, así que, ¿por qué habríamos de insistir en uno, solo para darle un sentido a las cosas?
No, me parece que esta explicación es mucho más maravillosa y satisfactoria: estamos aquí, no porque una divinidad así lo haya querido, sino por puro azar. Perfectamente podríamos no haber estado aquí, pero, contra todo pronóstico, ¡aquí estamos, viviendo una vida!
En ocasiones, la vida es algo que damos por sentado. Eso es parte de lo que nos lleva a caer en la rutina, a olvidar la magia que hay en vivir. Así que recuerda siempre que la vida es una casualidad. Una improbabilidad cósmica, incluso. Y, ante todo, un regalo. Cada día, cada suspiro, cada pensamiento, cada anhelo, es un regalo. También lo es cada persona que conoces, cada recuerdo que formas, cada meta que alcanzas y cada emoción que sientes. Podrían no estar, pero están. Eso me parece maravilloso. ¡Y me parece digno de celebrar!
Este post es solo para eso. Para decirte que la vida es extraordinaria. ¡Así que te animo a vivir! ✨